La construcción de nuestra identidad.

Cuando pensamos en nosotros y en nuestra identidad, quizás tengamos la idea de que siempre hemos sido lo que somos ahora. Pero la vida nos demuestra, una y otra vez, que nuestra identidad está a merced del cambio. Se trata, en realidad, de un constante devenir que se reactualiza de acuerdo con nuestras experiencias vitales, con nuestros aprendizajes y relaciones, con los cambios en nuestras creencias y formas de vivenciar el mundo. En este artículo nos detendremos a analizar qué es la identidad y cómo se construye.

¿Qué es la identidad personal?
Es un conjunto de creencias sobre el tipo de persona que somos y las propiedades que nos diferencian de los demás. Esta identidad nos permite responder a la siguiente pregunta existencial: ¿quién soy?

La identidad es una construcción que nos proporciona un sentido de permanencia y singularidad. La permanencia se refiere a lo que somos, siendo en todo momento ese ser idéntico a sí mismo. La singularidad nos da la certeza de que somos únicos e irrepetibles, es el punto de referencia sobre el cual nos diferenciamos de los demás.
Existen varios enfoques que la definen, entre ellos nos encontramos el:

Enfoque psicológico: Este se centra en la interacción de diferentes procesos: memoria, pensamiento, creencias y emociones. Para este enfoque, la identidad es una propiedad mental del ser humano. No se puede localizar biológicamente.
Enfoque somático: en este enfoque se reconoce que la identidad yace en el cuerpo. Es decir, que somos lo que somos gracias al cuerpo que tenemos.
Enfoque narrativo: la identidad es una narrativa que el sujeto construye para sí mismo y los demás. Así pues, se alcanza mediante la narración que las personas hacemos de nuestra propia vida. La identidad es una historia mediada por el lenguaje.

Así mismo la identidad tiene varias características:
Adaptabilidad: al ser un proceso maleable se puede ajustar a las distintas experiencias que tenemos. Si bien en cierto que cuesta abandonar o cambiar lo que somos, podemos realizar ajustes que nos permitan adaptarnos mejor al entorno.
Constancia: es la persistencia que percibimos de nuestra identidad a lo largo del tiempo. Aunque la identidad sea un continuo devenir, es cierto que hay ciertos rasgos de la personalidad que tienden a ser más estables en el tiempo. Estos rasgos representan una utilidad para nosotros , ya que nos proporcionan el fundamento para decir que somos alguien.
Coherencia: los rasgos que poseemos, esas características propias que nos dan una identidad, nos sirven como un medio para desplegar nuestros comportamientos en el futuro. Funcionan como un indicador que nos dice cómo actuar, con el fin de mantener, reforzar y consolidar la identidad que hemos construido. La coherencia nos permite sintonizar lo que somos con lo que hacemos.

En consecuencia la identidad es compleja, pues recibe influencias de múltiples factores que la moldean de un modo u otro. El impacto que recibe de todos ellos es crucial para su consolidación.

  1. La cultura
    Es un factor crucial para la formación y consolidación de la identidad, tanto individual como colectiva. La cultura brinda una serie de tradiciones, valores, creencias, ritos y normas que moldean el modo en que nos comportamos y somos en sociedad. Además, influye en la forma como nos vestimos, comemos y hablamos, aspectos claves para la expresión de nuestro ser.
  2. El entorno familiar
    La familia, al ser un factor clave para la socialización, ejerce un impacto considerable en la identidad. Los padres, primos, abuelos, tíos, transmiten creencias y principios que influyen en el autoconcepto y la forma de entender el mundo. A su vez, los estilos de crianza y la relación con los cuidadores contribuye de manera significativa en la configuración de lo que somos.
  3. Las experiencias personales
    Los logros, las derrotas, las alegrías, los traumas, las discusiones con otros, los problemas, las adversidades, entre otros, son factores que interviene también en la identidad. Estas experiencias le dan forma a nuestras interpretaciones del mundo y determinan, hasta cierto punto, la manera en la que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos. De igual modo, influyen en nuestros valores y actitudes.
  4. Las interacciones sociales
    Los amigos, compañeros de escuela y grupos sociales a los que pertenecemos afectan nuestra identidad, sobre todo, en la adolescencia. Los grupos de pares brindan un sentido de pertenencia que nos permite definirnos. Las opiniones, relaciones y actitudes de los compañeros influyen de forma significativa en nuestra identidad.

Determinar si has configurado tu identidad no es una tarea sencilla, ya que requiere de mucha introspección, autoconocimiento y reflexión.

Si requieres apoyo, comunicate a Maayan Hajaim al 5552925131


Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *